29/01/2014 - 00:00
·
Sociedad
AVANCES
TECNOLÓGICOS
Con nuevos implantes, buscan que no haya más chicos
sordos
Los dispositivos que permiten escuchar ya se pueden colocar en bebés de un
año.
LAS MÁS LEÍDAS
Cuenta él que hay una
historia que todavía lo hace emocionar. La historia de una mujer sorda que tuvo
un bebé y que creyó que iba a perderse todo: escucharlo balbucear, escucharlo
reírse, escucharlo, algún día, decir mamá. Hasta que un día él –cirujano,
otorrino, experto en el área de implantes auditivos– le colocó un implante
coclear y le devolvió justamente eso: la posibilidad de conectarse con el
mundo. Quien lo llamó, llorando, fue el marido de esa mujer: decía que ella
acababa de oír, por primera vez, el llanto de su bebé.
“Es que los avances
tecnológicos están poniendo a la sordera en jaque”, explica él, Mario
Zernotti, el cirujano cordobés que en 2006 hizo el primer implante coclear electroacústico
del continente. Un implante coclear es un pequeño dispositivo electrónico que
se implanta detrás del oído y permite a los pacientes con severas pérdidas
auditivas volver a escuchar.
“Hace 20 años, sólo se
colocaba un implante coclear a una persona con sordera total. Pero cuando eso
sucedía, esa persona ya estaba aislada del mundo: había pasado toda su vida sin
haber podido escuchar ni una noticia, ni el llanto de su hijo ni la bocina que
le tocaban para evitar un accidente. Ahora, en cambio, ya podemos hacer
implantes en bebés de un año, por lo que ese bebé no comienza una vida con una
discapacidad sino que se integra a la vida normal”, continúa.
Alexander Vélez es uno
de ellos. “Nació sin orejas producto de una malformación congénita y cuando
cumplió los tres añitos le colocaron los implantes –cuenta Jorge, su abuelo,
desde Catamarca–. Creímos que estaba destinado a ser sordomudo, con problemas
en la escuela, aislado, pero ahora escucha perfecto, terminó el jardín y apenas
le cuestan algunas letras”.
En la Argentina, según
el último censo, hay unos 700.000 hipoacúsicos, es decir, personas con una
incapacidad total o parcial para escuchar sonidos.
De ellos, el 13% son
sordos profundos. Lo que podría cambiar radicalmente, en caso de que más gente
tuviera acceso a esta tecnología, es la calidad de sus vidas. “El resultado de
estos implantes depende del origen de la sordera. Algunos sólo van a lograr
percibir sonidos, pero la gran mayoría va a poder entender todo lo que escucha.
Y aunque algunos no puedan recuperar la totalidad de la audición, sólo
percibiendo sonidos le devolvés la posibilidad de conectarse con el mundo: es
como si a un ciego le permitieras ver, aunque sea, en blanco y negro”, agrega
Zernotti.
Los avances
tecnológicos están llegando tan lejos que hasta permitirían augurar el fin de
nuevos niños sordomudos: “Eso depende mucho del sistema sanitario de cada
país. Si se ocupan de estudiar bien a los niños al nacer, si se hace el
diagnóstico correcto y luego el implante, el fin de la sordomudez está a la
vista”, agrega el médico colombiano Jaime Gustavo Hernández Uribe.
Si bien la sordera es
una afección minimizada –suele creerse que es peor ser ciego, por ejemplo– ya
la consideran una de las enfermedades del futuro. La Organización Mundial de la
Salud anunció en julio que las enfermedades de los órganos sensoriales están en
el top 4 de las enfermedades del futuro (después del cáncer, de las
enfermedades neuropsiquiátricas y las cardiovasculares). Además, el National
Institute of Health de Estados Unidos alertó sobre el “Planeta ruidoso”, lo que
significa que el bombardeo constante de ruido va a generar un aumento notable
de personas con pérdida auditiva.
En la Argentina, el
Plan Médico Obligatorio (PMO) cubre los costos de los implantes, aunque en la
práctica hay obstáculos: poca información, pocos cirujanos capacitados para
hacer la cirugía y pocas compras (el año pasado el gobierno compró solamente 32
dispositivos, como si fueran artículos de lujo). Aún a pesar de eso, ya hay más
de 5.000 argentinos implantados: muchos son ancianos que vivían aislados en un
rincón, sin autonomía, sonriendo en silencio sin entender nada de lo que pasaba
a su alrededor.
Muchos otros son bebés
a quienes ya no les espera una vida signada por el aislamiento, depresión,
agresividad y falta de lenguaje. Tendrán, en cambio, la fortuna de poder oír a
sus madres, a sus juguetes y al mundo, como cualquier otro chico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario